28.4.14

El efecto SPA

Quiero mas, necesito mas

Asi es mis queridos lectores, tenemos que hacer que nuestra pareja tenga esa sensacion cuando esta con nosotros, de quiero mas y necesito mas.  Es lo que se conoce como el efecto SPA.
Es una analogia cuando vamos a un SPA, pues bien cuando estamos con nuestra sucursal, otro frente o como le llamemos, esa es la reaccion que tenemos que provocarle.  Al prodigarnos relación, masajes, caricias, orgasmos, bellas palabras, reducción del estrés, bloqueo de las preocupaciones por unas horas y un largo etc para crear en ella una profunda adicción.

Que su motivacion sea el de poseernos el mayor tiempo posible. 

Recoredemos que en un matrimonio rutinario, sin ideales importantes, la presencia de un reemplazo o un complemento afectivo/sexual se convierte en una motivación básica e imprescindible.

Como en cualquier adicción, el nivel de tolerancia del organismo a la sustancia
(o a la persona) aumenta con el tiempo y necesitamos más cantidad de lo mismo para lograr mantener la sensación aun nivel satisfactorio; sin embargo, no siempre somos capaces.

Como ejemplo les cito este caso:  Juan y Carolina eran amantes y tenian el siguiente ritual: unas tres veces por semana, ella iba a visitarlo al apartamento donde él vivía. Allí se encontraba con flores silvestres y una mesa muy bien puesta, sobre la que destacaban unos exóticos y delicados platos cocinados por el hombre, que era un excelente cocinero. Todo, además, amenizado por una bella pieza de música clásica. Sobre un colchón en el suelo, el hombre tenía lista la ropa que ella debía ponerse para hacer realidad la fantasía del dia. Por la ventana se veían las montañas, todo olía a pino y los pájaros trinaban incesantemente como si festejaran la llegada de ella. En ese lugar, todo encajaba a la perfección. En realidad, la experiencia era lo más parecido a estar en el Olimpo entre los brazos de Zeus.

Las comparaciones son odiosas, pero ¿cómo no hacerlas? Carolina las hacía todo el tiempo y muy especialmente al bajar del Olimpo a su casa, donde la esperaba un marido que no era más que un simple mortal y que, para más inri, no cocinaba ni le gustaba oír música, no le compraba ropa y carecía de la más mínima fantasía. Del cielo al purgatorio y, a veces, al infierno. En su interior, ella suplicaba: «Le pido a Dios que me libere de mi matrimonio, pero pienso en mis hijos... No sé qué hacer... Bueno, sí sé qué hacer, quiero estar con mi amante, pero no tengo el valor... Cada día lo necesito y lo amo más... ¿En qué desembocará todo esto?». Tres veces por semana ya no eran suficientes, ni cuatro, ni cinco... La exigencia era la eternidad completa. Ella intentó en varias ocasiones irse a vivir con aquel semidiós hecho hombre, pero nunca fue capaz.
Hoy lo recuerda como el gran amor de su vida y se siente mal con ella misma por no haber sido lo suficientemente valiente y haber tomado la decisión. Todavía lo echa de menos, su cuerpo no se ha resignado a la pérdida. Quisiera repetir.

Asi que mis queridos cazadores atentos con el efecto SPA que tambien puede causarlos nuestra amiguita en nosotros y hacernos perder la cabeza.  Es decir tomar desiciones sin una pizca de racionalidad solo con los genitales.

Hasta la proxima